tarde a solas
Vacía la casa donde tantas veces
las palabras incendiaron los rincones.
La noche se anticipa
en el piano, mudo
que nadie toca.
Voy a solas desde un recuerdo a otro
abriendo las ventanas
para que tu nombre pueble
la mísera quietud de esta tarde a solas.
Ya nadie inmoviliza las horas largas y cerradas
a toda dicha mía.
Y tu recuerdo es otra cosa
grande y quieta
por donde yo tropiezo sola.
Y mis latidos forman una hilera de pisadas
que van desde tu puerta hacia el olvido.
anochecer
Los brazos del sauce llorón
son serpentinas malgastadas.
El viento simula arpegios
jirones de música entrecortada.
El vespero anuncia la noche
mientras en otro horizonte
el sol delira...
Cada árbol es un país de emociones
Tú y yo, multiplicándonos de amor, sumergiéndonos
en nuestros ojos, amplios de azul.
Tú y yo, como música que amortigua las distancias.
Como un niño llegué a tu corazón.
Tú, generoso, lo partiste para darme un pedazo de dicha.
Cuadernos de infancia (fragmento)
La veo ribeteada de una ternura que nadie podría tocar sin
deshacerle algo, sin agregarle más gracia de la que era necesaria y real.
Montaba su caballo, vestida con esos faldones amplios
opacos, que se usaban en aquella época.
La veíamos toda entera de un costado del caballo, la cara
escondida bajo el ala del chambergo negro. Del otro, una sola mano enguantada;
el perfil tan claro, como si de pronto se acercara a una lámpara.
Parecía que toda la figura hiciera contrapeso, desde un
flanco del caballo, al otro, al luminoso, al ingreso de su rostro.
Montando así, nos alcanzaba una doble dulzura: podíamos
verla de un costado, del costado de la sombra, del menos conocido, y del otro,
en donde estaba toda, la recuperábamos intacta, idéntica al panorama de cariño
que nos mostraba todos los días.
Mi padre al levantarla hasta la montura, sólo necesitaba
juntar las manos para que ella apoyara un pie. La madre subía y, de inmediato,
ya lista, se quedaba atenta esperando. Todos sus gestos, aunque fueran nuevos, vivían
enseguida un paisaje habitual.
Mi padre hacía avanzar su tordillo. y al infligirle con su
bota pequeños golpes en las patas, el caballo estiraba las delanteras y las
posteriores en direcciones opuestas, hasta que la montura descendía a un nivel
en que no era necesario emplear los estribos.
En semicírculo, nosotras, comentábamos la actitud sumisa y
obediente del caballo, y después de promocionarnos ese espectáculo, se alejaban
con un trote lento.
El lado resplandeciente de la madre desaparecía, y sólo nos
quedaba el menos familiar; el más austero. Al acercarse a los primeros álamos
que limitaban la quinta, recién sentíamos que algo nos faltaba. La barba rojiza
de mi padre era lo único que divisábamos.
Ahora sé que el otro lado de la madre, el luminoso, iba muy
cerca suyo.
Norah Lange
Obras completas
Tomo I
Beatriz Viterbo Editora
Norah Lange (1905-1972) Poeta y escritora argentina. Considerada por algunos como "la dama de la vanguardia del 20". Si bien, ella misma declaró: "Dejé de escribir poesía cuando me di cuenta que me sentía más cómoda haciendo prosa. Mis versos nunca llegaron a convencerme. [...] Eran puras metáforas, tal como lo dictaba el ultraísmo", su libro: Cuadernos de Infancia, en palabras de Sylvia Molloy "es uno de los más bellos y luminosos libros de memorias infantiles que se hayan escrito en la literatura latinoamericana."
Estudios de género o de las vanguardias, como las de Francine Masiello, Sylvia Molloy, Beatriz Sarlo, Jorge Boccanera, entre otros, revalorizan su obra y destacan su sostenida búsqueda experimental y el punto de quiebre con el canon que oprimía a la mujer escritora de comienzos de siglo.
Colaboró en las grandes revistas de la época: Prisma, Proa, Martín Fierro, Oral del Royal Keller.
Libros publicados: La calle de la tarde (1925), con prólogo
de Jorge Luis Borges, Los días y las noches (1926) y El rumbo de la rosa (1930).
El resto de su
obra: Voz de la vida (1927), 45 días y 30 marineros (1933), Cuadernos de
infancia. (1937), Antes que mueran
(1944), Personas en la sala (1950), Los dos retratos (1950), sus Discursos,
recopilados por primera vez en 1942, luego ampliados con el título de Estimados
Congéneres y la novela inédita: El cuarto de vidrio, incluida en sus Obras Completas (2005).